Análisis: Jujuy convertido en un botín de guerra político de la grieta nacional

Si escuchamos al gobernador Morales, la culpa de las manifestaciones violentas es del kirchnerismo, si escuchamos al Presidente Fernandez y a la Vice Presidenta Cristina, la culpa es del represor Morales. Asi en esas 2 únicas líneas de pensamiento, cada sector ha utilizado sus redes, sus contactos y sus medios de difusión afines.

En el medio, el pueblo jujeño, que votó democraticamente a Morales, pero con problemas salariales como los docentes que llevaban varios días manifestándose, con pueblos originarios que se sintieron agredidos en sus derechos por una reforma constitucional que contó con el apoyo del PJ local y fue aprobada, en teoría, bajo las reglas de la democracia.

Sin dudas hay operadores externos a la provincia que aprovechan, de un lado y del otro, el caos y las circunstancias para llevar agua para sus respectivos molinos. La izquierda Jujeña, el fantasma de Milagro Sala, La Cámpora, se enfrentan con los discursos de los referentes de JXC en la Capital Federal que apoyan a Morales.

La Iglesia de Jujuy salió a pacificar las cosas, dejando claro que hay intereses contrapuestos, que no hay vocación de diálogo ni de paz entre las partes enfrentadas. 

Este panorama de intolerancia, de enfrentamiento y endurecimiento de posiciones políticas, sin dudas marcan un mal precedente pare el normal desenvolvimiento democrático en los próximos meses, pudiendo ser el caos una brutal herramienta de ambos bandos para imponer posturas. Los argentinos pensantes, debemos oponernos férreamente a esta forma de resolver los conflictos, fuera de la ley y del consenso.