Las lavanderas del Carrizal; una historia antes del lavarropas

Imaginarse la vida sin lavarropas; sin agua potable; sin calefón hoy nos parece una locura. Te contamos una historia de vida que atravesaron las mujeres en Las Flores; Iglesia.

Personalidades10 de enero de 2025JULIO FONSECAJULIO FONSECA
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Imagen ilustrativa

Hoy lavar la ropa es un acto casi automático; preparar el lavarropas; echarle lo que vamos a lavar y a otra cosa. Sin embargo hasta la década de 1970 está realidad era inalcanzable para las mujeres que vivían en el campo.

Ésta historia se situa en Las Flores; departamento Iglesia en San Juan; dónde las bondades de la naturaleza pusieron en el valle una fuente termal única; la de Pismanta; que como se sabe geológicamente tiene un foco central donde brota el agua más caliente y en lugares más retirados aparecen nacederos de menor caudal y menor temperatura. Este es el caso del "baño" del Carrizal; un nacedero termal que se encuentra campo adentro al sureste de Las Flores.

Las crueles temperaturas bajas del invierno que hacían el agua de arroyos y canales casi un hielo; obligaban a madres y abuelas a calentar muchas ollas de agua o buscar otras soluciones como ir a lavar la ropa al "Baño del Carrizal". 

Charlamos con Zulema Morales quien recuerda perfectamente aquellos días y nos cuenta: "Preparábamos atados de ropa que cargábamos en caballos o burros y en caravana íbamos al Carrizal que estaba a unos cuatro kilómetros de distancia campo adentro; al llegar al nacedero había como dos lagunitas una para lavar y otra para enjuagar la ropa. Lo que nos convenía era aprovechar la temperatura del agua y ademas las propiedades que tenía hacían diferencia en el lavado final de las prendas. Solo usábamos jabón blanco y "quillo" un detergente natural que encontramos en la zona, se lavaba de rodillas y sobre una piedra plana". 

Los lavados se hacían una vez por semana y además eran un encuentro social; porque al Carrizal venían mujeres de otras zonas con quienes compartían mates y charlas que hacían amena la espera del secado de las prendas colgadas en los arbustos del lugar.

Las comodidades actuales nos hacen inimaginable aquella vida; que temporalmente no es tan lejano como creemos; resaltando la dura tarea y esfuerzo de aquellas lavanderas del Carrizal.

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